martes, 7 de febrero de 2017

Constancia

En la creación constante de mi persona me salgo del camino y cruzo las líneas que la sociedad me dice no debo. Me atrevo a ir más allá de lo que conozco, me aventuro y me digo que tengo que explorar lo que mis ojos no alcanzan a ver.

La mayoría de veces me encuentro con cosas que no pensé que podía buscar y me sorprendo de todo lo que me ocurre en el viaje. Viajo dentro de mí y me exhorto a salirme de la raya para experimentar, saber qué se siente y si es de mi agrado. Es por esto que, a veces me encuentro perdida cuando más me busco porque al andar en lo desconocido, no sé como reaccionar ante lo que he descubierto. Me veo y me siento repartida en diferentes pedazos que tratan de juntarse para ser uno solo como lo han sido y me doy cuenta que de infinitas sensaciones estoy hecha. Siento a más no poder, siento con bastedad y me abruma el no poder definir qué siento porque sobrepasan las ansias y la emoción.

No conozco el nombre del sentirse así y no sé como describir tal sensación que se aprisiona por dentro pidiéndome que la descubra, pidiéndome una oportunidad para dejar ser lo que tenga que ser y disfrutar sin remordimientos y el qué dirán. Disfrutar porque soy indómita. Disfrutar para saciar la libertad. Disfrutar para dejar fluir. Disfrutar porque es parte de la felicidad y el ser humano tiene la necesidad de sentirse y saberse feliz. Disfrutar porque sí y porque yo quiero.

En este eterno viaje que me veo empedernida a cumplir, he dado origen a la creación de mí misma: No sé del todo lo que quiero pero he definido lo que NO quiero.
Con todas mis caídas y tropiezos, con todos mis tormentos y arrepentimientos, con todos mis comienzos y regresos, con mis amores y desenfrenos, con mis verdades y defectos....

No me veo existiendo sino que, viviendo.

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