miércoles, 9 de enero de 2013

365 días


Existe un dicho «lo que no fue en tu año, que no te haga daño» y es cierto. 
Un año son 365 días para aprender, querer, amar, sonreír, equivocarse, madurar, perdonar, olvidar, superar, crecer y lo más importante, vivir.  Son 365 días de oportunidades.
Pero también es un año más para cambiar y mejorar.

Eso de crecer no me va a gustar nunca... Pero tengo que admitir que tiene sus ventajas (y experiencias) así como tiene sus desventajas: Hace un año no sabía todo lo que sé ahora, no sabía lo que podía llegar a lograr, no sabía que tendría que luchar tanto por lo que quiero y esforzarme, esmerarme tanto y poder ser feliz cuantos días yo quisiera, cuanto quisiera que durara dejando la creencia tonta que la felicidad llega a uno; no.  Tanto así como tampoco sabía que diría adiós a las personas que creía (ingenuamente) que estarían conmigo «para siempre», que me tocaría caerme y aprender pero que ahora entiendo que tenía que pasar.  
Y es que,  todas las cosas cambian. Las personas, como las estaciones del año, cambian y las situaciones de la vida también. Nuestro alrededor va cambiando constantemente y nos vamos adaptando a él.  
Nosotros también vamos cambiando con lo que nos rodea: nos vamos ajustando, nos vamos acomodando a los nuevos amigos que entran (o ya estaban en nuestras vidas pero no les dábamos espacio),  nuestra personalidad se altera y se ve va moldeando una nueva, una mejor (dependiendo de cómo veamos las cosas); las oportunidades se presentan en nuestras vidas que con ellas también llegan los malos ratos y nosotros nos envolvemos para aceptarla. Por que no hay nada más que aceptar que las cosas, que las personas y que nosotros hemos cambiado. 

«Los cambios son necesarios», escuché alguna vez. Y yo lo creo: Necesitamos cambiar para crecer. No podemos seguir siendo los mismos de siempre.
Tenemos que decir adiós a los malos momentos que, gracias a ellos aprendemos a apreciar los buenos, para poder ver lo que tenemos y decirle adiós a las personas que ya no tienen un lugar en nuestra vida; a las personas que dejaron de ser y estar con nosotros para así recibir las oportunidades que brinda el presente y quién sabe, a lo mejor también a futuro. 


Creo que los años son como el vino... O al menos, así deberían de ser para todos: cada vez mejores. Y para mi así lo son, sólo que cada uno decide como vivirlos.