martes, 16 de mayo de 2017

Sin tiempo eterno

Escribir ha sido siempre mi escape.
Escribir ha sido desde que puedo recordar, mi forma de libertad. 

Me he dicho muchas veces que los que huyen son cobardes y los valientes son aquellos que enfrentan las cosas cara a cara; he sido ambas. En diferentes momentos de mi vida, me he valido de ambas: he sido valiente para las cosas que hacen los cobardes y viceversa; he huido y tratado de correr para que el pasado no me alcance y por ello, me ha ido mal. 

No voy a mentir: mi vida ha sido un sube y baja, montaña rusa pues de emociones y de lo que se quiera imaginar. Sin embargo, los momentos felices y los buenos ratos le han ganado a las veces que me ha ido mal, que han sido muchas. 

He corrido al pasado y he tratado de apresurar el futuro buscando respuestas en personas quizá, lugares, sentimientos... y cuanto más me he empeñado en preguntar, he quedado con más dudas. 
Sigo, seguiré porque las ansias que tengo por conocer lo que aún desconozco no creo que puedan terminar.

Me miro, me miro constantemente y hablo conmigo. No me entiendo, no creo nunca poder hacerlo y he descubierto que mis acciones van acompañadas por estrategias e impulsos que he aprendido a manejar, que he aprendido que me hacen ser la persona quien soy y me he llegado a aceptar: Me he elegido. 

Camino por los lugares donde ya he estado, los revivo en mi mente y los toco; Olvidar o recordar, rompecabezas de imágenes que me acompañan y me abrazan. Personas, lugares, sentimientos que han sido, fueron y serán; huellas y no marcas, tiempo versus relatividad. 

No quiero huir, no quiero correr y no sé adonde quedar.
Estoy, soy, pienso y existo. 

Me vuelvo a mirar, me miro las veces que me sean necesarias para recordarme que soy mi propio problema y solución. Me lo digo, me lo repito, me lo grabo.  

Me miro y sigo. 
Sin prisas pero sin pausas que yo sabré llegar. 

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