Puedo sentir tu respiración.
Desde este lado, desde que tu imagen se aparece en mi cabeza.
Puedo sentirte y te oigo, puedo desde aquí escuchar tu risa.
Ya te estoy imaginando desde antes que te vea, ya nos veo basándonos y desde aquí, ya puedo sentirte.
Entonces, llegas.
Llegas y achacas mis arrebatos como solo tú sabes.
Llegas y me llevas adonde tú quieras porque sabes que mi respuesta es un sí desde antes que preguntes.Subrayo una de las cosas que más me gustan y emocionan contigo: me dejo llevar y soy. Contigo soy como no lo he sido antes.
Contigo siento que puedo revelar todos mis yo (y así ha sido) y sin quererlos dominar, los has apaciguado.
Me has abrazado cuando ni yo me he sentido abrazable.
Sigo escuchando tu respiración cuando me llevas a ese lugar que se ha vuelto nuestro refugio, puedo palpar tu emoción coincidiendo con la mía y sonrío.Te ríes para besarme y tu respiración aumenta cerrando los párpados para ahondar la satisfacción, para sentirte más, para guardar el momento en mi memoria y para que recorra mi cuerpo como electricidad a mayor brevedad; la adrenalina siempre forma parte de tu ecuación.
Ahora ya no es solo tu respiración sino, la de los dos: jadeante, pujante y placentera. Distingo tu gozo al escucharte sellándolo con tu tacto hacia mí, hacia el cuerpo que deleita tus ojos. Sin decírtelo con palabras, sientes el deseo que gime por más: más de ti. La lujuria me desborda y me hace perder la respiración por segundos para alcanzar el mayor placer, para saborear mejor tu ser y moldearme a tu antojo para disfrutar de la excitación.
Con una incesante intención, me acorralas y mis ganas también te atrapan. No hay retornos, solo existe el hacer y disfrutar.
Entre tanta intensidad, se da el final feliz: llegar a la cima y explotar de la risa.Es aquí donde tu respiración se calma junto a la mía.
Entonces, me doy por vencida para volver por la revancha.
Y, puedo sentir como tu respiración encuentra la calma y me abraza.
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