Entró al baño. Tratando de buscar un escape, quizás.
Arrecostado sobre la puerta, tomó un breve respiro y luego, suspiró. Se puso la mano derecha en el pecho e intentando calmarse, volvió a dar breves respiros. Tenía la otra mano sudorosa. Así se la sentía y la cerró en un puño.
Dio otro corto respiro cerrando los ojos esta vez. Al ver oscuridad, suspiró. Apretó el puño izquierdo con fuerza y volvió a suspirar para abrir los ojos después.
Fue hasta ese entonces que se dio cuenta que el baño en el que estaba era grande y lujoso, muy bien iluminado.
Se fijó que había un enorme espejo justo enfrente de sí que lo estaba retratando. Observó a detalle su reflejo y se miró asustado como si la imagen estuviera distorsionada, como si ese no fuera él.
Ese no era él.
Ese no podía ser él.
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