Le dejó el último beso en la frente mientras dormía. Lo miró por una última vez mientras vestía y salió en la oscuridad de la madrugada.
Caminó hasta tomar el carro y al llegar a su casa empezó a escribir.
Tres días después y todavía no se le ocurre qué escribir. No sabe si escribir de la soledad que se puede llegar a sentir aún estando en compañía o de las decisiones que se toman estando solo.
Se ha encontrado queriendo estar donde sea que la otra persona este, donde y con quien se siente pleno.
Tres días después ha aprendido que uno no es de donde pertenece sino de donde se siente libre.
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