No soy la misma persona que hace un año fui.
Ya no creo en los besos sin sabor ni en los abrazos sin cariño, sin amor.
Conservo los mismos amigos y mis risas son a montones desde hace un tiempo.
Sigo creyendo en el amor aunque él siga sin creer en mí del todo.
Ya no he tenido tragos amargos desde esa fiesta en la que olvidé todo.
Miento menos que antes y la boca se me cae de las sonrisas que tengo a diario.
No dejo de aprender y aunque caiga, me levanto.
Paso produciendo todo lo que se me ocurre y lo que estudio
porque no quiero que "ocupada" describa como paso mis días.
Mis insomnios se han calmado y ya no me despierto en la madrugada sintiendo vacíos...
Mis sueños son más coloridos y locos como jamás lo han sido.
La música sigue siendo (y será) siempre parte de mí porque también, dejé las rutinas.
Mis deseos y metas no son las mismas porque unas ya las cumplí
pero mi determinación ahora es mayor.
Ahora más que nunca, me enamoran los amaneceres porque es una forma bonita que Dios
tiene de despertarme.
Comparto más mis alegrías con los que quiero y dejo que la realidad
me toque para ponerme en mi puesto.
Me emocionan más las experiencias que vivo que las cosas que compro.
La felicidad va y viene pero siempre se queda conmigo.
Trato de ver lo mejor de todo y ya no me reprimo la algarabía que guardaba conmigo.
Vivo más feliz desde que decidí lo que no quería hacer con mi vida y mandé al carajo
los prejuicios que tenía. Una vez más digo que soy fan de las sorpresas que me rodean,
buenas y malas porque c'est la vie.
Siento que me falta muuucho todavía pero que voy, paso a paso pero estoy aquí: En el camino correcto.
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