Tu nombre se me hace agua en mis dedos, en mi boca, te saboreo una vez más; te quiero atrapar en mis letras y es por eso que te plasmo. No: Atrapar no es el término porque tú y yo somos indomables y es por ello que nos llevamos tan bien, porque nos entendemos y al hacerlo, somos un complemento del otro.
Si me preguntas, quisiera pasar hablando (casi) todas las noches contigo bebiendo cerveza, abrazados, comiendo sushi y muriendo de risa; tener esas noches que los besos se dan ellos solos porque sentís la necesidad de hacerlo y no quedarte con las ganas, no quedarte con el “hubiera.”
Contigo no quiero "hubieras".
De ti quiero aprender a vivir el presente, experimentar y dejar los prejuicios para las mentes cerradas. Con poco, me has enseñado que es más importante conocer a las personas sin expectativas dejando a un lado lo que se dice de ellas: Nadie es como dicen, nadie es realmente lo que se habla de él/ella.
Nunca te vas porque tú tampoco quieres irte y no sabes cuanto me alegra. Quédate, quédate siempre.
Quédate hasta que hayamos crecido, hasta que yo haya crecido y nos queramos un poco más que ahora. No importa si en ese entonces de decir adiós te duela o me duela porque quiero vivirte en este presente.
Estás aquí porque nunca te vas, siempre te quedas y yo, sinceramente, quiero que te quedes.
Me quiero quedar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario