martes, 6 de octubre de 2015

Ironía para tus ojos


En medio de todos nuestros juegos, de eso que ya ni sé como fue que empezó o que ésto empezó, me gustaba el hecho que todo fuera competencia: quién era el más listo, quién era el más cortante, quién podía llegar a ser el más pedante y al final, quién era el que cedía escribiendo al otro; aquel que terminaba buscando al otro.

En medio de todas nuestras pausas por dejarnos, de nuestros "adiós" que se repetían constantemente, me gustaba que estuvieras para mí siempre. Aun si yo era pesada contigo, aun si era caprichosa, aun si decía que no te quería... aun así, me gustaba que ahí estabas, cualquier cosa: tú, para mí.

En medio de nuestros arranques de cólera, de levantarnos la voz para ser el que mandaba, el que estaba a cargo, me gustaba tu actitud. En general. La forma en como tratabas a los demás, la forma en como te creías el rey del mundo, la forma en que todo era simple por que decías "no es para tanto", la forma en como andabas por el mundo, la confianza que te es innata.

En medio de todos los "no" y "si", que por cierto, fueron más no que si, que fueron más "no quiero salir contigo" y tus llamadas diciéndome que estabas fuera, esperándome; me gustaba verte manejar, cosa tonta, pero era la forma en como podías manejar y escuchar lo que yo hablaba, la manera en que me prestabas atención, tu carita seria y tus ojos acechantes al volante.

En medio de nuestros pleitos por cualquier cosa, por la actitud del otro, por la forma de tratar el uno hacia el otro, me gustaba que siempre regresabas. Y, yo estaba ahí. No sé si esperándote o siguiéndote el juego, pero estaba. 

En medio del sarcasmo de cada uno, de lo salvaje que podías llegar a ser conmigo y la forma de bromear tan pesada. me gustaba que fueras sensible conmigo; Que sabías como ser sensible conmigo. Que eras lindo cuando querías. muy lindo; que me tratabas muy bien a pesar de mis malos tratos, de mis malos ratos.

En medio de nuestras preguntas y respuestas, de lo que nos dijimos y nos callamos, me gustaba tu risa. La forma en que podías reír así por así; la manera en que cantabas (esas tus detestables canciones de reggaeton, que no sé como es que te las podías todas) en el carro y yo como la seria, haciéndome la que no me quería reír. Me reía contigo, nunca quise burlarme ni reírme de ti. 

En medio de mis mentiras, de mis verdades, de tus insistencias y reclamos, me gustaba hablar contigo. Aunque fuera por un rato. Que siempre me hablabas aun si era solo para saber como estaba.

En medio de evitar, reírme un poco y tener ganas de contestar tus llamadas, me gustaba que me llamaras. De verdad. No llamada de WhatsApp sino, llamada de teléfono. como era antes.

En medio de nuestras distintas formas de pensar, concordábamos en muchas otras: el mundo es mundo y la vida es corta. Creíamos uno del otro, aunque habían ciertas dudas. Aun con nuestras cosas, creíamos. Queríamos. Fuimos. mas sin ser.

En medio de lo que era bueno y malo, de lo que era correcto e incorrecto, me gustaba la manera en como podías persuadirme, en como jugabas con mi mente y como yo me hacía la tonta, te seguía el juego haciéndote creer que ganabas. Decías que era difícil convencerme pero que sabías que lo lograrías y tengo que aceptar, que dos veces sí me ganaste...

En medio de nuestros "no me importas" y la indiferencia de cada uno, me gustaba saber que te era importante. Sea verdad o mentira, tu preocupación hacia mí, me gustaba.

En medio de las miradas, de los besos que nos dimos pero que nunca fueron, de las palabras que se dijeron y quedaron volando, me gustabas. Como eramos, como fuimos sin querer serlo, como intentamos ser y no se pudo.

En medio de nosotros, de todo, me gustaba y a la vez, no, como me hacías sentir: querer abrazarte, besarte, reírme contigo parta luego, por algo que decías o hacías, querer gritarte, pegarte, hacerte berrinche. y que aun así después, estuviéramos como si nada había pasado.

En medio de tu forma de hablar y tratarme, me gustaba que no te importaba si ocupaba maquillaje. Que me veías tal cual y te parecía atractiva aun así. "Mejor natural" me dijiste una vez y me sonreíste de manera tan tuya...

En medio de tus cigarros, de mi repudio al olor del cigarro y los regaños que te daba sobre fumar, me gustaba esa imagen de bad-boy-I-don't-care-what-others-say con tu cigarro en la boca. 

En medio de tus sonrisas picaras y tus pensamientos que te delataban, me gustaba como me sentía contigo. Pero cuando lo pensaba mucho, me dejaba de gustar. Eso me gustaba también, que contigo no había mucho qué pensar. "Lo importante es estar, me han enseñado" me susurraste una vez al oído...

En medio de tus (supuestas) buenas intenciones conmigo, sí las llegué a considerar. Te soy sincera. Pero tus acciones me ponían a dudar. Eras tanta contrariedad: Palabras bonitas pero vacías, acciones lindas pero malos ratos, temperamento arriba y abrazos luego.

Éramos tóxicos, éramos antídoto. El uno para el otro. 
A lo mejor sí eramos pero no en ésta vida. 

Me hacías sentirme bien cuando mi conciencia me decía lo contrario, que era incorrecto; que nosotros no deberíamos y aun así, intenté y llegué a ignorar lo que mi mente me decía.
En medio de todo lo que fuimos y no volveremos a ser, te conocí. Una parte que no había conocido antes y llegué a sentir cosas por ese pedazo de persona que eres, que puedes llegar a ser si lo quisieras, que me gusta creer que solo lo fuiste conmigo como lo eres contigo. Aquel que no le enseñas a nadie, no a cualquiera. Ése, ése pedazo que me lo guardaré como recuerdo. 

Y, es que se me dio por escribirte. Sin qué ni para qué.
Y, aunque me dije que no te consideraría importante, quizás si lo fuiste al final pero es hasta hoy, 
que lo acepto.




(Para Tus Ojos verdes, aquellos que tanto me gustan y recordaré siempre.)